Sinopsis
Mónica
Valentini es una joven de 24 años que sufre un terrible accidente y se
transforma en un fantasma. Estando en ese limbo entre la vida y el más allá, un
arcángel le entrega un dije para que pueda aparentar ser mortal, con una sola
condición: tendrá que cumplir una misión, pero Mónica no cumple al pie y
termina enamorandose de Christopher, un joven de 27 años, que la hará sentir
como si aún estuviera viva.
Esta es una
obra llena de ficción, drama y romance.
Cuando era
joven, imaginar que moriría siendo una anciana junto al amor de mi vida, un
matrimonio con mis hijos, la vida que uno en la juventud se idealiza y sueña,
pero... ¿y si algo pasa en tu vida que hace cambiar tu forma de pensar y tu
forma de ver la existencia?
Aunque
debo admitir que cuando mi vida acabó de una manera inesperada, una nueva
comenzó, y me hizo ver como la vida y la muerte, no eran tan diferentes como
pensaba.
Un día de
Octubre del año 2015, estaba comenzando a sentirse el frío del otoño, un hombre
de 35 años, que tenía el cabello amarillo y los ojos azules, recién salido de
la cárcel por haber robado en varias casas, estaba caminando tranquilamente por
las calles de Colonia, en Alemania, se sentía paz, y mucha, pero mucha
tranquilidad.
Alrededor de
las dos de la mañana, cuando el hombre caminaba por una calle que se encontraba
aparentemente vacía, un conductor borracho, lo atropelló asesinándolo al
instante.
El hombre
comienza a ver una luz enceguecedora de color rojo, el hombre se cubre con su
brazo izquierdo el rostro.
— Felix Meyer, vengo a darte una tarea. — Se
escucha una voz gruesa se escucha desde
esa luz.
— ¿Eres el diablo?— Le preguntó Felix, tenía
otras preguntas en mente, como por ejemplo, ¿estaba muerto? ¿Dónde estaba?
Muchas preguntas que se hacía, pero la primera, y aparentemente, la menos
importante, fue la que salió de sus labios.
— Eso no es importante Felix, vengo a darte la
tarea de que busques a alguien.
Felix cruza sus
brazos esperando que la voz siga hablando y frunce el ceño, Ya el resplandor
rojo no le molestaba.
— ¿De acuerdo? ¿Cómo se llama?
— Oh querido amigo, esa persona aún no ha sido
“creada”, tendrás que esperar por lo menos un año antes de comenzar a buscarla,
se llama Mónica, Mónica Valentini.
— ¿Y para qué quieres que la busque?
— Eso
es algo que no te puedo decir aún, mi amigo.
Felix se puso
su mano sobre su rostro, rió y coloca sus manos en su cintura.
— ¿Y qué pasa si me niego a hacerlo?
— Pues, me acompañarás al infierno donde
pasarás tu eternidad sufriendo con los trabajos que te mandaré a hacer.
Felix no dudó
mucho en elegir su destino, ¿Qué prefería? ¿Hacer el trabajo o ir al infierno?
— De acuerdo, lo haré, pero solo si me prometes
que viviré eternamente en la Tierra y no estaré de nuevo en la cárcel. — cruzó
nuevamente sus brazos, el tenerlos así le daba cierta seguridad y le quería
demostrar que no le tenía miedo a ese diablo o demonio...
— De acuerdo, yo te contactaré mediante sueños,
mientras tanto, te daré un anillo con una piedra de rubí que usarás en tu mano
izquierda, y no te lo puedes quitar si no quieres desaparecer frente a la vista
de cualquier ser humano.
— ¿Algo más que deba saber?— Le pregunta Felix mirando su mano izquierda
en donde su suponía que estaría el anillo del que le había hablado ese demonio.
— No, sólo eso.
Felix vio una
luz que lo cegó, cuando ya la luz se había apagado, resultó que se encontraba
acostado en su cama.
Estaba a un año
de su misión, no sabía cuál era el afán del demonio con esa mujer, pero lo
descubriría, y más pronto de lo que él pensaba.
Un año después
Mónica
Valentini, una chica de 24 años, tenía el cabello castaño por encima de sus
hombros y sus ojos eran de un color marrón claro, ella era graduada de la
Universidad de Bari, en Lengua y Literatura Extranjera, sabía hablar varios
idiomas, el italiano (al ser su lengua materna), el inglés, el español, el francés
y el alemán, Mónica tenía dos hermanas menores, Fiorella, de 20 años, que tenía
el cabello castaño que le llegaba a su cintura y sus ojos eran de un color miel
al igual que Mónica, y Elizabetta de 15 años quien tenía el cabello de un color
marrón oscuro que le llegaba por encima de sus hombros y sus ojos eran de un
color marrón claro.
Mónica
vivía con sus padres en el pueblo llamado Venosa que quedaba en el sur de
Italia, le encantaba salir con sus hermanas, pero una noche, estaba junto a su
amiga Natalia Napolitano, que tenía el cabello amarillo que le llegaba hasta la
cintura y los ojos azules.
— Oye, Mon, ¿quieres ir a una fiesta en Maschito?—
Le preguntó Natalia mientras caminaban por una de las calles de Venosa
sintiendo el calor del mes de agosto.
— ¿Una fiesta? Apenas es viernes…— Le dijo
Mónica mientras colocaba sus manos en los bolsillos de su pantalón.
— Vamos, tu sabes que este mes Italia se llena
de fiestas, ya eres mayor de edad, creo que por ir a una fiesta no te pasará
algo. — Le dijo mientras cruzaba sus
brazos.
Mónica
lo duda por unos segundos y luego ríe pasando su mano sobre su cabello
despeinándolo un poco.
— De acuerdo, iremos, ¿a qué hora es la fiesta?
— A las diez de la noche. — Dijo Natalia
deteniéndose, Mónica se detiene y mira su reloj que tenía en su brazo, eran
apenas las seis de la tarde, aún quedaban varias horas para ir a la fiesta.
— Yo conduciré, estoy segura que tú tomarás más
de la cuenta como la última vez.— Dijo Mónica riendo, la última vez habían ido
a una fiesta,fue en la ciudad de Ginestra, y Natalia se había emborrachado
tanto que Mónica la había tenido que llevar en su auto hasta su casa, como
Natalia vivía sola, no tenía a nadie que la tuviera esperando para “regañarla”
o algo por el estilo, con Mónica no pasaba lo mismo, ya que en su familia la
habían acostumbrado a beber alcohol moderamente, pero el día que habían ido a
esa fiesta, a Mónica y a Natalia, se les había olvidado un detalle importante,
habían hablado con sus jefes (Mónica trabajaba en una joyería y Natalia en una
panadería) para trabajar ese día y agarrarse un día de la semana para poder ir
a la peluquería.
— De acuerdo, entonces me pasas buscando a las
10 de la noche, nos vemos. — Le dijo Natalia dándole a Mónica un beso en cada
mejilla caminando ahora en dirección a su casa, Mónica vuelve a mirar su reloj,
la 6:02 de la tarde, aún tenía tiempo para ir a su casa, contarle a su familia
sobre la fiesta, bañarse y vestirse.
1 hora después
Mónica
estaba viendo televisión en su habitación acostada en su cama cuando llega su
hermana Fiorella.
— ¿Cómo es eso que vas a una fiesta sin mí?— Le
pregunta colocando sus manos alrededor de su cintura.
— Eres
menor de edad, no puedo llevarte a una fiesta donde van puros adultos. — Le
dice mientras apagaba el televisor con el control y se sentaba en su cama para
luego mirarla.
— Tengo 20 años, soy mayor de edad. — Dijo
Fiorella inflando sus mejillas, Mónica ríe, le daba risa cuando su hermana se
comportaba como una niña, Mónica se levanta y se acerca a ella.
— No para Italia, recuerda que la edad legal es
a los 21, no a los 20. — Y sin decir
más, Mónica sale de su cuarto y comienza a caminar, su hermana suspira y camina
detrás de Mónica siguiéndola.
— ¡Vamos! Nadie se dará cuenta.
Mónica
va a la cocina y llena un vaso con agua.
— Mamá y papá no te dejarán ir, no insistas,
solo voy con Natalia, te prometo que antes de la una de la mañana estaré en
casa.
Fiorella
no dice nada y se va a su habitación, le encantaba ir a fiestas con su hermana
mayor, pero Mónica no quería llevarla, ¿y si le pedían identificación? Tenía
que cuidar a su hermanita y por un momento, quería divertirse con su amiga,
Natalia.
3 horas
después
Mónica
se estaba terminando de vestir para ir a la fiesta, se miraba al espejo, usaba
un vestido rojo que le llegaba por encima de las rodillas, Mónica se despidió
de su familia y va a buscar a Natalia en su auto, toca la corneta varias veces
y salió Natalia cerrando la puerta con llave, ella traían vestido corto morado
y cargaba el cabello suelto, subió al autor y cerró la puerta.
— ¡Estás hermosa, Mónica!
— Tú también lo estás, Natalia. — Dijo Mónica
mientras arrancaba.
Natalia
sonríe y comienza a ver por la ventana del auto, le emocionaba en cierta forma
el viaje a Maschito.
Al
poco tiempo, ellas llegan a la fiesta, le piden su identificación y entran,
había mucha gente y se escuchaba música tecno de fondo.
— ¡Te dije que debíamos venir!— Le grita
Natalia mientras pasaba entre las personas.
Ellas
se detienen y comienzan a bailar, un chico de cabello castaño y ojos azules y otro
chico de cabello negro y ojos marrones se acercan a Mónica y Natalia.
— Soy Luca. —
Dijo el de cabello castaño.
— Y yo Mateo. — Dijo el de cabello negro.
—
Nosotras somos Natalia y Mónica. — Dijo Natalia mientras miraba a los recién
llegados.
—
¿Les gustaría bailar?— Pregunta Luca, Natalia mira a Mónica como si esperara
una aprobación y Mónica asiente.
—
Claro. — Dijo Natalia.
Natalia
comienza a bailar con Mateo y Mónica comienza a bailar con Luca, los cuatro
bailan por unos minutos, luego, van a tomar unas bebidas, bailaron, conversaron
y al pasar cuatro horas, decidieron irse.
—
¡Esta fiesta sí que fue divertida!— Gritó Natalia mientras bailaba en su
asiento.
—
Sí que lo fue. — Dijo Mónica riendo mientras conducía.
Cuando
iban pasando por el precipicio que queda a la entrada de Venosa, justo en la
curva, la luz de un camión las enceguece, Mónica mueve el volante para varios
lados pero finalmente se va hacia la derecha, trepa un hombrillo, serpentea
unas piedras y en un salto limpio se va por el precipicio, al destino fatal de
la caída.
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