miércoles, 18 de abril de 2018

Capítulo 1: No te dejaré ir de Rosanna Capursi



Sinopsis

Mónica es un fantasma que puede hacerse de carne cuando lo desea, esto lo consigue gracias a un dije que siempre lleva consigo; ella es un ser de luz, vive para su familia y para el amor de su vida: Christopher.

Natalia fue su mejor amiga, falleció en un accidente y se encuentra en el paraíso; el arcángel Gabriel le propone volver a la tierra y una vez allí es tentada por el mismísimo diablo.

¿Se encontrará en peligro Mónica y los suyos?

Les invitamos a leer esta historia donde la luz y la oscuridad se enfrentan. Muertes, venganza, reflexión.

A veces el amor no basta para sobrevivir.
  
Prólogo

El paraíso, ¿de verdad existirá? Un sitio tranquilo, lleno de árboles y nubes, en el que se respira el aire más puro que pudiera existir, donde no existe la maldad, nada más la paz y tranquilidad.  ¿Alguien querría salir de allí?

Un día, el arcángel Gabriel se había puesto a ver a las personas que estaban en el paraíso,  se acercó a una joven  que tenía el cabello amarillo que le llegaba hasta los hombros y ojos azules.

—Joven, ¿Cómo te llamas? —Le preguntó el arcángel.       

—Soy Natalia, Natalia Napolitano. —Le dijo. Ella sentía que lo había visto antes, que el arcángel tuviera esas grandes alas blancas y esa túnica azul provocaba que su mente buscara en sus recuerdos algo sobre él, pero nada, no lo recordaba.

—Yo me llamo Gabriel, y soy un arcángel. Tengo una noticia para ti, volverás a la Tierra.
Natalia ladeó su cabeza y cruzó sus brazos, no quería volver a la Tierra. Se sentía muy bien allí. ¿Por qué querría volver? En el paraíso lo tenía todo, no tenía la presión o el estrés que pasaba cuando estaba en la Tierra, además que todas las personas que se encontraban, eran amables. Le encantaba estar en el paraíso.

— ¿Por qué? Yo estoy bien aquí.

—Eso es algo que no puedo responder, pero volverás a Venosa, podrás ver a tus padres y a tu hermano menor. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas a Diego?

Natalia cerró sus ojos. Recordaba a su hermano de 7 años, lo adoraba. Adoraba pasar tiempo con él. En su mente apareció la imagen de cuando, un día antes de navidad, había estado jugando con él y tuvieron una pequeña conversación.

“—Natalia, tú vas a vivir para siempre, ¿no? —Le preguntó Diego dejando de jugar con sus autos de juguete.

Natalia soltó el auto de juguete, lo miró riendo y le acarició su cabello. — ¿Por qué me preguntas eso?

—Porque no quisiera perderte cuando sea grande, ¡quiero que vivas para siempre!

Natalia lo abrazó y le besó su cabeza, amaba la inocencia que tenía su hermano. — Vamos a hacer algo: yo viviré para siempre si tú lo haces, ¿está bien?

Diego asintió varias veces y siguió jugando, Natalia no dejaba de pensar en lo tierno que se veía al decir esas palabras.”

— ¿Natalia? —La llamó el arcángel ya que tenía un rato sin decir alguna palabra. — ¿Qué dices? ¿Te gustaría volver a la Tierra?

Natalia duró unos segundos en responderle y luego lo miró los ojos. —Si quiero.

—De acuerdo, pero quiero explicarte algunas cosas. Tendrás “poderes”, podrás volar, ser invisible y atravesar las paredes, pero, te daré un dije que tendrás alrededor de tu cuello, en el que podrás tener la apariencia de una humana pero aun así podrás volar. Además tendrás pintado en tu cabello una línea gruesa de color verde ¿tienes alguna pregunta?

—Cuando regrese, ¿recordaré todo lo que he vivido acá?

El arcángel cruzó sus brazos y asintió. —Sí, todo lo que viviste lo recordarás.

Natalia se quedó callada por unos segundos. Su mirada se había posado entre las personas que pasaban cerca hablando, que tenían una luz resplandeciente rodeándolos. Tenía una batalla interna, ¿de verdad quería irse para ver a su hermano?

— ¿Dónde apareceré? —Le preguntó alejando esos pensamientos.

—A las afueras de Venosa.

Natalia cerró sus ojos y dio un largo suspiro, no quería seguir viéndolos.  —De acuerdo, estoy lista para volver.

Una luz blanca comenzó a aparecer sobre la cabeza de Natalia pasando lentamente por todo su cuerpo; minutos después ella despertó estando acostada en el piso a las afueras de Venosa.

— ¿Mn? ¿Dónde estoy?— Se preguntó mientras se levantaba y se sentaba, era de día, por lo que suponía que era de mañana o de tarde.

Ella recordó la conversación que había tenido con el arcángel Gabriel en el paraíso, por lo que se tocó su dije, tenía una piedra de esmeralda. —Cierto, ahora tengo la apariencia de una humana. —Se dijo susurrando, las cosas iban a cambiar, y eso lo sabía muy bien.

Capítulo 1

Había pasado un año desde que Mónica Valentini había muerto y era un fantasma, ella usaba su dije con una piedra de lapislázuli alrededor de su cuello cuando quería aparentar ser una humana, pero cuando no, simplemente se lo quitaba y lo guardaba en el bolsillo de su pantalón para ser invisible.

Ella vivía en Colonia (Alemania) junto a su pareja, Christopher Mack, y también iban a cumplir un año desde que iniciaron su relación. Las cosas habían estado tranquilas desde que destruyeron a Félix, ya el arcángel Gabriel no los había contactado más; ella se sentía “normal” a pesar que se quitaba el dije cada cierto tiempo.

Ya habían comenzado las vacaciones, por lo que Christopher y Mónica habían decidido quedarse un tiempo en Venosa. Dormirían en una misma habitación, ya que así lo hacían cuando estaban en Colonia.

Ellos ya tenían un día allá, por lo que, en la mañana del día siguiente, decidieron salir a caminar por el parque del pueblo llamado “Villa Comunale”, Mónica usaba una peluca y lentes para ocultarse.

— ¿Qué te parece el parque de Venosa?

—Me encanta, es lindo, pero más bonito es el Rheinpark. —Le dijo Christopher únicamente para molestarla. Sabía que, a pesar de haber estado viviendo en Colonia durante un año, su lugar favorito era Venosa.

Mónica le dio un leve golpe en su hombro haciendo que Christopher comenzara a reír.

— ¡Oye! Este parque es más bonito que el de Colonia.

Christopher le besó su mejilla y siguieron caminando con Mónica por unos minutos.

— Chris, quisiera visitar mi tumba y la de Natalia, tengo tiempo sin ir. —Le dijo Mónica, la última vez que habían venido, fue para celebrar su cumpleaños de Mónica, el 4 de mayo (aunque ella no lo vio necesario pero Christopher le insistió en ir).

—De acuerdo, iremos. —Le respondió, Mónica decidió quedarse callada, no quería hablar hasta que llegaran.

Unos minutos después llegaron al cementerio, caminaron hasta conseguir la lápida Mónica. 

Ella colocó una mano sobre esta y puso una rodilla en el césped.

—No puedo creer que ya se esté cumpliendo un año de mi muerte, aún recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. —Dijo Mónica cerrando sus ojos.

— ¡Mónica, despierta! —Gritó Natalia desde la oscuridad, Mónica abrió sus ojos y aun así no logró ver nada.

— ¿Natalia? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —Preguntó Mónica mientras trataba de mover sus dedos para así esperar tocar a Natalia, pero no podía sentirlos, no podía sentir su cuerpo, lo único que sentía era como algo le atravesaba su abdomen.

— ¡No lo sé! ¡Tengo miedo, Mónica! ¡No quiero morir! ¡No siento mi cuerpo! —Gritó Natalia comenzando a llorar.

—Espera…me estoy comenzando a sentir mareada…creo que…voy a...—Dijo Mónica antes de sentir como la oscuridad se apoderaba de ella, lo último que escuchó fue a Natalia llamarla desesperada y cómo lentamente se fue apagando hasta solo sentir silencio a su alrededor.”

—Y de la muerte de Natalia. —Dijo Christopher. Sabía lo importante que era Natalia para Mónica. Aunque nunca la conoció, no le hizo falta para saber que era muy allegada a su pareja.

Mónica suspiró y se levantó lentamente. —A veces la extraño, no sabes cuánto deseo que estuviera aquí.

Christopher la abrazó por la cintura y ella colocó sus brazos alrededor de su cuello. —Sé que nos hubiéramos llevado muy bien. —Le dijo mientras acercaba lentamente su rostro al de Mónica. Pero antes de besarse, ella comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza y se apartó.

— ¡Ah! —Gritó colocando su mano izquierda sobre su frente mientras cerraba sus ojos.

— ¿Mon? ¿Qué te ocurre? —Le preguntó colocando su mano en su espalda.

— Yo…—Y antes que Mónica pudiera responderle, la oscuridad la dominó.

—…
—…
—…

Mónica estaba acostada en un piso que parecía transparente; apenas recuperó la visión se comenzó a levantar reconociendo al lugar.

—Hola Mónica, es un placer volverte a ver luego de tanto tiempo. —Le dijo el arcángel Gabriel mientras bajaba por unas escaleras.

— ¿Qué hago aquí?

El arcángel se detuvo a pocos pasos de donde estaba Mónica y la miró a los ojos.

—Quiero decirte que Natalia está viva. —Al escuchar eso, ella abrió sus ojos asombrada, desde que Natalia murió, deseaba con muchas ganas que ella estuviera viva, de verla, de pasar tiempo con ella. Tantas cosas que quería hacer pero creía que nunca más la volvería a ver. —Y quiero que vayas a buscarla, rápido.

Mónica duró unos pocos segundos para responderle y colocó sus manos alrededor de su cintura. — ¿Dónde está?

—En las afueras de Venosa, cierra los ojos, ya vas a despertar.
Mónica cerró sus ojos y sintió como una luz blanca pasaba desde su cabeza hasta sus pies. No le quiso preguntar más nada al arcángel, estaba pensando en encontrar a su vieja amiga.

—…
—…
—…

Mónica despertó y vio que estaba acostada en su cama, con lentitud, comenzó a sentarse y notó que Christopher estaba sentado en una silla a su lado con los ojos cerrados.

 — ¿Chris?

—Al fin despiertas, ¿Cómo te sientes? —Le preguntó mientras se sentaba en la cama y le agarraba su mano.

—Bien, ¿Cuánto tiempo estuve desmayada?

—Como tres horas. —Mónica abrió un poco más sus ojos. A pesar de haber creído que solo se había desmayado unos minutos, realmente había pasado un largo rato.

—Jamás pensé que durara tanto tiempo estando desmayada. —Dijo Mónica susurrando, Christopher le soltó su mano y la miró frunciendo el ceño.

— Tenías un año sin desmayarte. Te contactaron, ¿cierto? ¿Qué te dijeron? —Le preguntó, Mónica bajó su mirada y se mordió su labio inferior, Christopher se acordaba perfectamente lo que había pasado hacía un año.

—Natalia está viva y debo ir a buscarla a las afueras de Venosa. —Dijo comenzando a levantarse, pero cuando ella pensaba en salir de la habitación, Christopher se levantó y le agarró su brazo.

—Yo iré contigo, no dejaré que vayas sola. —Mónica, no le respondió ya que no quería discutir con él; deseaba llegar lo más rápido posible al sitio que le había dicho el arcángel.

Durante el trayecto que realizaron a pie, Mónica se preguntaba, ¿Cómo estaría ella? ¿La vería distinta? Había pasado un año desde que ocurrió el accidente que les costó su vida, y no aguantaba las ganas de volver a ver a su mejor amiga, Natalia.



Capítulo 1: Si fueras para mí de Rosanna Capursi



Sinopsis

Mónica Valentini es una joven de 24 años que sufre un terrible accidente y se transforma en un fantasma. Estando en ese limbo entre la vida y el más allá, un arcángel le entrega un dije para que pueda aparentar ser mortal, con una sola condición: tendrá que cumplir una misión, pero Mónica no cumple al pie y termina enamorandose de Christopher, un joven de 27 años, que la hará sentir como si aún estuviera viva.

Esta es una obra llena de ficción, drama y romance. 



Cuando era joven, imaginar que moriría siendo una anciana junto al amor de mi vida, un matrimonio con mis hijos, la vida que uno en la juventud se idealiza y sueña, pero... ¿y si algo pasa en tu vida que hace cambiar tu forma de pensar y tu forma de ver la existencia?

Aunque debo admitir que cuando mi vida acabó de una manera inesperada, una nueva comenzó, y me hizo ver como la vida y la muerte, no eran tan diferentes como pensaba.

 Prólogo

Un día de Octubre del año 2015, estaba comenzando a sentirse el frío del otoño, un hombre de 35 años, que tenía el cabello amarillo y los ojos azules, recién salido de la cárcel por haber robado en varias casas, estaba caminando tranquilamente por las calles de Colonia, en Alemania, se sentía paz, y mucha, pero mucha tranquilidad.

Alrededor de las dos de la mañana, cuando el hombre caminaba por una calle que se encontraba aparentemente vacía, un conductor borracho, lo atropelló asesinándolo al instante.

El hombre comienza a ver una luz enceguecedora de color rojo, el hombre se cubre con su brazo izquierdo el rostro.

  Felix Meyer, vengo a darte una tarea. — Se escucha una voz gruesa  se escucha desde esa luz.

  ¿Eres el diablo?— Le preguntó Felix, tenía otras preguntas en mente, como por ejemplo, ¿estaba muerto? ¿Dónde estaba? Muchas preguntas que se hacía, pero la primera, y aparentemente, la menos importante, fue la que salió de sus labios. 

  Eso no es importante Felix, vengo a darte la tarea de que busques a alguien.

Felix cruza sus brazos esperando que la voz siga hablando y frunce el ceño, Ya el resplandor rojo no le molestaba.

  ¿De acuerdo? ¿Cómo se llama?

  Oh querido amigo, esa persona aún no ha sido “creada”, tendrás que esperar por lo menos un año antes de comenzar a buscarla, se llama Mónica, Mónica Valentini.

  ¿Y para qué quieres que la busque?

 Eso es algo que no te puedo decir aún, mi amigo.

Felix se puso su mano sobre su rostro, rió y coloca sus manos en su cintura.

  ¿Y qué pasa si me niego a hacerlo?

  Pues, me acompañarás al infierno donde pasarás tu eternidad sufriendo con los trabajos que te mandaré a hacer.

Felix no dudó mucho en elegir su destino, ¿Qué prefería? ¿Hacer el trabajo o ir al infierno?

  De acuerdo, lo haré, pero solo si me prometes que viviré eternamente en la Tierra y no estaré de nuevo en la cárcel. — cruzó nuevamente sus brazos, el tenerlos así le daba cierta seguridad y le quería demostrar que no le tenía miedo a ese diablo o demonio...

  De acuerdo, yo te contactaré mediante sueños, mientras tanto, te daré un anillo con una piedra de rubí que usarás en tu mano izquierda, y no te lo puedes quitar si no quieres desaparecer frente a la vista de cualquier ser humano.

  ¿Algo más que deba saber?—  Le pregunta Felix mirando su mano izquierda en donde su suponía que estaría el anillo del que le había hablado ese demonio.

  No, sólo eso.

Felix vio una luz que lo cegó, cuando ya la luz se había apagado, resultó que se encontraba acostado en su cama.

Estaba a un año de su misión, no sabía cuál era el afán del demonio con esa mujer, pero lo descubriría, y más pronto de lo que él pensaba.


 Capítulo 1

Un año después

Mónica Valentini, una chica de 24 años, tenía el cabello castaño por encima de sus hombros y sus ojos eran de un color marrón claro, ella era graduada de la Universidad de Bari, en Lengua y Literatura Extranjera, sabía hablar varios idiomas, el italiano (al ser su lengua materna), el inglés, el español, el francés y el alemán, Mónica tenía dos hermanas menores, Fiorella, de 20 años, que tenía el cabello castaño que le llegaba a su cintura y sus ojos eran de un color miel al igual que Mónica, y Elizabetta de 15 años quien tenía el cabello de un color marrón oscuro que le llegaba por encima de sus hombros y sus ojos eran de un color marrón claro.

Mónica vivía con sus padres en el pueblo llamado Venosa que quedaba en el sur de Italia, le encantaba salir con sus hermanas, pero una noche, estaba junto a su amiga Natalia Napolitano, que tenía el cabello amarillo que le llegaba hasta la cintura y los ojos azules.

  Oye, Mon, ¿quieres ir a una fiesta en Maschito?— Le preguntó Natalia mientras caminaban por una de las calles de Venosa sintiendo el calor del mes de agosto.

  ¿Una fiesta? Apenas es viernes…— Le dijo Mónica mientras colocaba sus manos en los bolsillos de su pantalón.

  Vamos, tu sabes que este mes Italia se llena de fiestas, ya eres mayor de edad, creo que por ir a una fiesta no te pasará algo. —  Le dijo mientras cruzaba sus brazos.

Mónica lo duda por unos segundos y luego ríe pasando su mano sobre su cabello despeinándolo un poco.

  De acuerdo, iremos, ¿a qué hora es la fiesta?

  A las diez de la noche. — Dijo Natalia deteniéndose, Mónica se detiene y mira su reloj que tenía en su brazo, eran apenas las seis de la tarde, aún quedaban varias horas para ir a la fiesta.

  Yo conduciré, estoy segura que tú tomarás más de la cuenta como la última vez.— Dijo Mónica riendo, la última vez habían ido a una fiesta,fue en la ciudad de Ginestra, y Natalia se había emborrachado tanto que Mónica la había tenido que llevar en su auto hasta su casa, como Natalia vivía sola, no tenía a nadie que la tuviera esperando para “regañarla” o algo por el estilo, con Mónica no pasaba lo mismo, ya que en su familia la habían acostumbrado a beber alcohol moderamente, pero el día que habían ido a esa fiesta, a Mónica y a Natalia, se les había olvidado un detalle importante, habían hablado con sus jefes (Mónica trabajaba en una joyería y Natalia en una panadería) para trabajar ese día y agarrarse un día de la semana para poder ir a la peluquería.

  De acuerdo, entonces me pasas buscando a las 10 de la noche, nos vemos. — Le dijo Natalia dándole a Mónica un beso en cada mejilla caminando ahora en dirección a su casa, Mónica vuelve a mirar su reloj, la 6:02 de la tarde, aún tenía tiempo para ir a su casa, contarle a su familia sobre la fiesta, bañarse y vestirse.

1 hora después

Mónica estaba viendo televisión en su habitación acostada en su cama cuando llega su hermana Fiorella.

  ¿Cómo es eso que vas a una fiesta sin mí?— Le pregunta colocando sus manos alrededor de su cintura.

   Eres menor de edad, no puedo llevarte a una fiesta donde van puros adultos. — Le dice mientras apagaba el televisor con el control y se sentaba en su cama para luego mirarla.

  Tengo 20 años, soy mayor de edad. — Dijo Fiorella inflando sus mejillas, Mónica ríe, le daba risa cuando su hermana se comportaba como una niña, Mónica se levanta y se acerca a ella.

  No para Italia, recuerda que la edad legal es a los 21, no a los 20. —  Y sin decir más, Mónica sale de su cuarto y comienza a caminar, su hermana suspira y camina detrás de Mónica siguiéndola.

  ¡Vamos! Nadie se dará cuenta.

Mónica va a la cocina y llena un vaso con agua.

  Mamá y papá no te dejarán ir, no insistas, solo voy con Natalia, te prometo que antes de la una de la mañana estaré en casa.

Fiorella no dice nada y se va a su habitación, le encantaba ir a fiestas con su hermana mayor, pero Mónica no quería llevarla, ¿y si le pedían identificación? Tenía que cuidar a su hermanita y por un momento, quería divertirse con su amiga, Natalia.

3 horas después

Mónica se estaba terminando de vestir para ir a la fiesta, se miraba al espejo, usaba un vestido rojo que le llegaba por encima de las rodillas, Mónica se despidió de su familia y va a buscar a Natalia en su auto, toca la corneta varias veces y salió Natalia cerrando la puerta con llave, ella traían vestido corto morado y cargaba el cabello suelto, subió al autor y cerró la puerta.

  ¡Estás hermosa, Mónica!

  Tú también lo estás, Natalia. — Dijo Mónica mientras arrancaba.

Natalia sonríe y comienza a ver por la ventana del auto, le emocionaba en cierta forma el viaje a Maschito.

Al poco tiempo, ellas llegan a la fiesta, le piden su identificación y entran, había mucha gente y se escuchaba música tecno de fondo.

  ¡Te dije que debíamos venir!— Le grita Natalia mientras pasaba entre las personas.

Ellas se detienen y comienzan a bailar, un chico de cabello castaño y ojos azules y otro chico de cabello negro y ojos marrones se acercan a Mónica y Natalia.

  Soy Luca. —  Dijo el de cabello castaño.

  Y yo Mateo. — Dijo el de cabello negro.

— Nosotras somos Natalia y Mónica. — Dijo Natalia mientras miraba a los recién llegados.

— ¿Les gustaría bailar?— Pregunta Luca, Natalia mira a Mónica como si esperara una aprobación y Mónica asiente.

— Claro. — Dijo Natalia.

Natalia comienza a bailar con Mateo y Mónica comienza a bailar con Luca, los cuatro bailan por unos minutos, luego, van a tomar unas bebidas, bailaron, conversaron y al pasar cuatro horas, decidieron irse.

— ¡Esta fiesta sí que fue divertida!— Gritó Natalia mientras bailaba en su asiento.

— Sí que lo fue. — Dijo Mónica riendo mientras conducía.

Cuando iban pasando por el precipicio que queda a la entrada de Venosa, justo en la curva, la luz de un camión las enceguece, Mónica mueve el volante para varios lados pero finalmente se va hacia la derecha, trepa un hombrillo, serpentea unas piedras y en un salto limpio se va por el precipicio, al destino fatal de la caída.